Es sobrecogedor cuando dedicamos un poco de tiempo para pensar en las características del amor de Dios para con los suyos. Este amor único y especial no sólo es superior a cualquier otro, sino que es caracterizado por dos aspectos que haríamos bien en no perder de vista; a saber, su eternidad y su infinidad.
Si alguna vez has sufrido una decepción por parte de alguien a quien amas, o has sentido el dolor de no ser amado más por un ser querido pues ha fallecido, entonces ¡Sí que estás en posición de decir que el amor humano no sólo es temporal, sino también limitado! Temporal, porque solo podemos amar a otros seres humanos y ser amados por ellos mientras vivimos; y limitado, porque somos seres finitos con capacidades finitas.